De niña recuerdo haber escuchado historias que mi padre nos contaba,eran fascinantes, hacían volar mi imaginación y despertaban en mí la curiosidad por conocer más. Recuerdo el primer libro que compré a los 12 años con mis propinas, fue un libro antiguo de Historia del Perú de Antonio del Busto, el cual leía incansablemente.Y como no recordar aquél programa de Historia para niños "Erase una vez" así como los documentales y películas de nuestra historia que pasaban en la televisión.Era una forma tan amena y emotiva de conocer nuestro pasado. En mi niñez inocente jamás imaginé que mi fascinación por estos temas se convertirían no sólo en mi pasatiempo favorito sino a la vez en mi profesión.
Soy docente de Historia y amo lo que hago.
Celebro con mucha emoción cuando los alumnos aprenden más de nuestro pasado y se interesan por seguir indagando, haciendo preguntas, sugiriendo textos y otros materiales.
Hoy en día los docentes contamos con mayor número de herramientas y materiales de trabajo, para lograr que nuestra clase sea mucho más didáctica y motivadora; nuestro deber es aprender a utilizarlos en forma correcta para lograr los objetivos proyectados, pero no sólo en el ámbito académico sino también el de formar jóvenes conscientes de la realidad de nuestro país y comprometidos a formar parte del progreso y los cambios que este requiere, en el plano cultural, social, etc.
Conocer nuestro pasado es elemental en nuestros tiempos. Sólo así podremos entender el presente y sus conflictos.
Nosotros los docentes de Historia, como profesionales en Ciencias Sociales, tenemos por ello, una doble responsabilidad.
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